El Cascarrabias

En la vida civil no digo tacos, soy muy amable, mantengo la ética y el estilo hasta límites rayanos con la estupidez. Es el momento en que necesito desfogarme. Así, nace el gran cascarrabias. El gran cascarrabias o de como la vida moderna nos hace decir tonterias. Estas son las mias, dichas para mi mismo. Si te gustan, de acuerdo. Si no, pues tambien. Y si me insultas, tu más. Hago mia la frase de W.C. Fields: "Dicen que soy xenófobo. Se equivocan: odio por igual a todo el mundo"

martes, 30 de diciembre de 2008

Una caja de libros




Riiinnnng...

Coño, Perico, cuanto tiempo.

Perico es un portero. Pero no de futbol, de fincas. Es el portero de la casa donde vive, vivía, llamémoslo, don Aniceto.

Don Aniceto era todo un personaje. Alférez provisional, capitán en Rusia con la división azul, general retirado siempre disconforme con lo que le rodeaba, tenía todas las papeletas para ser etiquetado como un viejo rancio de la carcundia.

Y no.

Aniceto era un vejete amable, con pinta de esos que pasan horas en el parque dando de comer a las palomas. Y era todo un caballero. Con cerca de noventa años, aun se levantaba del asiento en el autobus cuando veía a una mujer, aunque la mujer tuviera veinte años, para cederle el sitio.

Lo conocí por una de esas circunstancias extrañas. Y su carácter enseguida me cautivó como amigo. Alguna tarde pasamos tomando alguna cerveza sin alcohol en la portería, con Perico.

Perico es rojo con ganas, no pierde una sola manifa y Público es su periódico de cabecera. Pero tampoco es el sindicalista feroz que se pinta. Amable como pocos, quería a Aniceto casi como a un padre.

Y no era para menos. Su mujer vivía gracias a él. A punto de diñarla, el viejo movió Roma con Santiago y le proporcionó una asistencia médica que la salvó de la barca de Caronte.

Hacía tiempo que no sabía de Perico. Desde el entierro de Aniceto, un día gris y triste, muy triste. Recuerdo que Perico me miró como preguntandome si quedaría mal que levantara el brazo, el brazo contrario al que él levantaba agarrandose el cuerno, para despedir a un soñador en azul que partía, seguro, en busca de ese lucero que la mística nacionalsindicalista le prometía. Le susurré "si levantas el brazo, sus hijos te corren a guantazos. Y no solo del cementerio, tambien de tu puesto de trabajo".

- Dime, Perico.

- El piso de Don Aniceto. Sus hijos se han vuelto locos.

Y yo que me lo temía. Los hijos son demasiado políticamente correctos como para mantener algun recuerdo de su padre.

Cuando llegué, Perico estaba llorando.

- ¡Todo!. Ha venido una furgoneta y se lo han llevado todo.
- Normal, Perico, era suyo. Era su padre.
- ¡No se lo llevaban a su casa!. Han venido del ayuntamiento, para llevarselo como escombros.

Se me erizaron los pelos como escarpias. Puede que no fuera de gusto inn hoy tener esos bustos y cuadros, o sus condecoraciones enmarcadas, pero estoy seguro de que a malas una pastita podrían haberles dado malvendiendo los recuerdos del viejecito.

- Pasa, pasa.

Entré en la portería y me enseñó una caja.

- Estaban tirando cajas como esta al camión. Les pregunté que iban a hacer con ellas y me dijeron que iban a reciclaje. Les pedí quedarme con la única que no habían tirado aún. Te la he guardado, porque se que apreciabas a Aniceto como yo. A mi ya me dió en vida muchos recuerdos.

Anticipadamente a los Reyes Magos, Aniceto me dio por la mano de Perico una caja de libros. Libros no del gusto de sus hijos y sus nietos, y más porque la mayoría iban dedicados. Libros de antiguos divisionarios dedicados a su camarada, de periodistas que publicaban en El Alcázar...

Libros que no les gustarían a nadie que quisiera quedar bien con el poder.

A mi, me importa una mierda. Me los leeré a la salud de Aniceto. Y cuando me canse de leer y sea de noche, me asomaré a la ventana, alzaré mi copa de jerez y brindaré por ti, Aniceto, buscando tu lucero. Y, si me dejas, pensaré en lo gilipollas que han salido tus hijos.

Etiquetas:

viernes, 12 de diciembre de 2008

Hoy llego tarde


Hoy llego tarde a la universidad.

De camino, dentro de mi utilitario, me detengo ante un semáforo. El vehículo de delante, con desprecio manifiesto por las señales, se para en medio del paso cebra.

Un chaval, discapacitado ante lo que para los ojos de un profano parece un ictus, le afea la conducta. Lógico, basta con los obstáculos que la vida le pone como para que algún capullo le ponga más.

Y el cruasán de gimnasio que ocupaba el coche de delante, craneo rapado y gafas de sol propias del neng de Castelfa, baja indignado y zarandea como un monigote al chaval que pasmado no esperaba esa reacción.

Con la mano en el cinturón para bajar, veo como una chica de la limpieza, de las que recogen las porquerías que en la ciudad de Valencia dejan esos miserables en sus orgías nocturnas, acude en su defensa. El aguerrido bakala la insulta, le llama zorra y...

No soy un héroe. Ni tan siquiera creo que sea valiente. Pero la mano aun me duele del puñetazo que le he arreado. No ha habido tiempo a más, los que desde los otros coches no han salido han empezado a aplaudir. El semáforo se ha puesto verde y la fiesta ha acabado.

Si lo hubiera pensado habrá calibrado las posibilidades de acabar como el profesor Neira, con eco medíatico ("el segundo profesor universitario bla, bla, bla") o, quizá, denunciado como fascista peligroso amigo de los puños y las pistolas, a ser erradicado de la administración pública.

Pero no. Estoy viejo y enfermo, mis fuerzas no son lo que eran, pero no he podido quedarme quieto. No he sabido, no lo he pensado. Y ahora tengo una mano dolorida y el corazón encogido pensando en el daño que le habré hecho a ese insensato. Debería haberle afeado la conducta. Llamar a la policía. Quien sabe. Pero aun cansado y lacerado por la vida y la enfermedad, no se atar en corto a ese legionario que vive en el cuarto de banderas de mi corazón. Y me duele no saber. Me duelo yo, como me duele España, esta España donde estas cosas van siendo cada vez más cotidianas. Estoy avergonzado.

No soy un héroe. Ni tan siquiera creo que sea valiente. Pero la mano aun me duele del puñetazo que le he arreado.

Y siento ganas de pedir perdón.

Etiquetas:

jueves, 11 de diciembre de 2008

La historia jamás contada de Franco. Una adaptación de un cuento popular



Garzón pidió el certificado de defunción del Caudillo, y la gente se alarmaba. Pues no veía yo tan descabellado que Franco estuviera vivo. Me lo imaginaba en el Pazo de Meirás al cuidado de unas enfermeras primas hermanas de las que cuidan a Doña Cayetana, pero con menos silicona en ubres y labios.

El viejo general dejó las novelas de El Coyote y, tomando su vaso de leche, preguntó:

Franco: "¿Y quién está ahora al frente de los medios del régimen?"

Enfermera: "Juan Luis Cebrián"

Franco: "¿El hijo de Vicente, mi jefe de Prensa del Movimiento?"

Enfermera: "Si Señor, Cebrianito, el que dirigió "Pueblo" y "Arriba".

Franco: "Muy bien, muy bien... lo recuerdo dando taconazos y gritando Arriba España más alto que nadie... buen chaval. Me dicen que la política del gobierno mejor valorada es la vicepresidenta, que debe sustituir a mi querido Arias Navarro ¿Quien es?"

Enfermera: "Teresita Fernández de la Vega".

Franco (alarmado): "Cáspita... ¿La hija de Wenceslao, el falangista de Girón, el más azul de mis ministros?"

Enfermera (titubeante): "Pues.... si, Señor... y uno de sus más fieles escuderos, es el hijo de uno de uno de vuestros suboficiales más fieles es ministro, Alfredito Rubalcaba. Ah... y hasta hace poco, también estaba en el gobierno Cristinita Narbona, la hija de Paco, aquel periodista camisa vieja que usted mandó a Roma para filtrar las noticias del Vaticano"

Franco: "¡No me querrá engañar! (colérico) Me he enterado por Peñafiel - que me sigue siendo rindiendo pleitesía - que José Bono tiene un puestazo y también es el hijo de un falangista de pro con carné 230.096... ¿Qué pasa? ¿Los hijos de la Falange han tomado el mando?... ¿Al final ha triunfado la revolución pendiente? ¿Y mis chicos del Opus, donde están? ¡Decídmelo!".

Enfermera: "No, Señor, los chicos del Opus están tanto en el gobierno como en la oposición, tamizandolo todo, como siempre, pero lo cierto es que vuestra memoria sigue presente. Uno de los periodistas con más renombre hasta que murió, precisamente, Haro Tecglen, cantaba loas a vuestra figura":

"Se nos murió un Capitán, pero el Dios Misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco. El mensaje recto de destino y enderezador de historia que José Antonio traía es fecundo y genial en el cerebro y en la mano del Generalísimo"

Serenandose, Franco siguió preguntando.

Franco: "¿Y mis servidores más jóvenes?. Esos deben seguir al pie del cañón. ¿Y Fraga? ¿Y Martín Villa?"

Enfermera: "El primero, está de senador, el segundo, siempre sin bajar del coche oficial desde que llevaba pantalón corto... en Prisa, en la prensa."

Franco: "¿Qué es Prisa? ¿Algo parecido a la Prensa del Movimiento?"

Enfermera: "Pues no... es mucho más poderoso, y su censura aun es más ferrea".

Franco: Temo por Cataluña, esa tierra tan amada. ¿Quién vigila la pureza de la lengua y su observancia en los medios?

Enfermera: “El CAC, inspectores en los patios, vigilando los rótulos del comercio”.

Franco: “Caramba, creo que es demasiado. A los pueblos no se les puede someter así, de haberlo hecho yo no hubiera durado cuarenta años en el poder. Esto es más que aquella afirmación mia de dejarlo todo atado y bien atado... Y en la tele ¿quién sigue?”

Enfermera: "Carmen Sevilla, Massiel, Conchita Velasco, Matías Prat, Víctor Manuel que sigue cantando..."

Franco (enardecido): "¡Víctor, el de esa canción tan sentida que se empeño en dedicarme!... ¿El asturiano triste? ¿El de la mujer de Zampo y yo? ¿El que se empeñaba en ir al "Corrillo de Serrano" con mis nietas y las invitaba a comer en "Riesgo? ¿Cómo era, cómo era la estrofa?"

(La enfermera con la guitarra comienza a entonar)

"Otros vendrán que el camino más limpio hallarán, deben seguir por la senda que aquél nos marcó, no han de ocultar hacia el hombre que trajo esta paz, su admiración, y por favor pido, siga esta paz".

Franco: "Le recuerdo pesadísimo, pero a Carmen le daba pena; nos traía unos pasiegos enormes al Pardo"… Y el Presidente de ahora ¿qué tal es?"

Enfermera: "El nieto del Capitán Lozano."

Franco: "¿El que fue fusilado por alta traición? ¿Y...?"

Enfermera (abanicándose con la guitarra): "Si... pero tambien tenia familia afecta a usted, y mucho. Su familia política, sin ir más lejos, su otro abuelo... digamos... que se acuerda mucho de vuestra figura y tiene una obsesión con los musulmanes... y quiere hermanarse con civilizaciones…"

Franco: "¿Quieres decir que tiene guardia mora como yo? Eso no es malo, mujer... ¿Y dónde está ahora?"

Enfermera: "En América, para arreglar la economía".

Franco: "¿El Plan Marshall otra vez?"

Enfermera: "Más o menos"...

Franco: "¿Y se sigue estudiando FEN?" (Formación del Espíritu Nacional).

Enfermera: "No, pero se implanta una asignatura con valores del estado, EPC".

Franco: "¿Y Coros y Danzas quién lo lleva? ¿Pilarita?.

Enfermera: "Se disolvió. Pero la cultura la gestiona ahora un grupo de amigos que se llama la SGAE y lo maneja otra Pilarita, Bardem, de los cineastas de toda la vida, seguro que los recuerda de las recepciones del 18 de julio."

Franco (con repentina cólera): "¿Y quíén coño es ese Zerolo del que os oigo murmurar por el Whisper XL?"

Enfermera: "Con vuestro permiso… que os lo explique la del turno de noche”.

Anochece en el Pazo de Meirás mientras forma la Guardia Mora…

Etiquetas: ,