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Hace unos seis años, esos azares de la vida, me llevaron a
conocer a un querido amigo. Alguien con una edad muy distante de la mía. Con
una vida larga, llena de historias pequeñas y apasionantes, y grandes y épicas.
Quiso la casualidad que él hubiera compartido armas con mi
tío, en la helada Rusia. Guripa que nunca renegó de ello, orgulloso en todo
momento de su historia y con su motivación inicial viva a pesar de las décadas
transcurridas, este viejo era además un pozo de sorpresas. Conoció a muchos
personajes que hoy son historia, pero que para él eran amigos. Con la misma
distancia quizá que pudiera existir entre él y yo, distancia del respeto y la
admiración, pero amigos.
Cuantas charlas a lo largo del tiempo me invitaban a visitar
con sus recuerdos a Ernesto Giménez Caballero, a Adolfo Rincón de Arellano, a…
cuantos cafés tomados en su sala de estar – biblioteca – despacho de su casa en
el centro de Valencia.
Hace unos cinco años, por éstas fechas, nada más acabado el
verano, recuerdo una tarde a tres con él y con su nieta, recordando cosas que
sólo él había vivido, yo leído, y ella imaginado. Y analizando no solo el
pasado, sino el presente y el futuro.
Recuerdo que sus síntesis de la realidad me pasmaban por lo
exacto y profundo. Tardó en escribir alguna, pero lo hizo. Algunas de ellas se
hicieron públicas, otras las conservo como una joya en mi humilde archivo. Pero
en esos recuerdos, ¡ah!, debo confesar que cuando hablaba de futuro, yo
discrepaba y mucho.
Pues bien, ahora que no está, tengo que decir que
inexorablemente se han cumplido los vaticinios que me dio. En lo personal, en
la pequeña política de nuestro alrededor (esa era fácil) y en el camino que
transitaba España. Como un moderno Nostradamus, sin hilar fino, mirando hacia
atrás, veo claramente que predijo cosas tales como el fenómeno Bárcenas,
Podemos… y, tengo que decir, que el resto de vaticinios que quedan sin cumplir
me hielan las carnes.
Casi había olvidado esas charlas. No a él, sigo brindando
por él, alzando la copa hacia su lucero. Sigue conmigo. Con los pocos recuerdos
que tengo suyos. No con su nieta, que desapareció en la vorágine emigratoria
hacia climas menos cálidos, quizá mimetizando a su abuelo, pero con él, sigo
hablando, aunque suene extraño esto de las charlas unidireccionales.
El “casi” vino a cargo de un suceso de ayer, domingo.
Paseando casualmente por la Plaza Mayor de Madrid, recordaba como en una de
esas charlas, él me contaba que solía comprar postales a un señor, con el que
llegó a hacer amistad. Vi a un hombre, ya pasada la edad de jubilación,
atiborrado de postales su parada, y con… un emblema divisionario en la solapa.
Evidentemente, aunque viejo, él no podía haber estado allí, así que me lancé al
ruedo y le pregunté directamente... Y sí, era el, que además, casualidades de
nuevo, no suele llevar esa insignia, pero que esa mañana recordando a su amigo,
por alguna de esas raras coincidencias místicas que rigen el comportamiento de
los hombres, se lo había puesto. Dejando de lado anécdotas colaterales, como
que cuando le dije que mi tío había estado con él en Rusia, cogió de los hombros a
mi hijo pequeño, que me acompañaba, y le dijo eso tan bonito de que por sus
venas corría sangre de héroes, su afirmación recibida con su nunca bien entendida
postura de “me importa un huevo”, dejando de lado, como digo todo esto, me hizo
tener presente, más presente que nunca, a mi querido amigo, camarada, guripa
eterno.
Y la nostalgia, esa jaula que te encierra para que solo
mires hacia atrás, me tiene atrapado desde entonces.
Mucho tiempo sin ti, amigo. Mantén encendida la hoguera.
Volveremos a vernos.
Etiquetas: amigos, mi casa: que pasa
4 comentarios:
Yo tambien recuerdo a Sento. Lo conocí por este blog, que me llevó al suyo. La muerte se ha apiadado de el para que no tenga que vivir esto. A veces le envidio.
Yo también recuerdo con nostalgia la lucidez del guripa. Como dije anteriormente, sentí su muerte incluso con egoísmo. Espero fervientemente que finalmente se equivocara. Pero me tomo...
Yo también recuerdo con nostalgia la lucidez del guripa. Como dije anteriormente, sentí su muerte incluso con egoísmo. Espero fervientemente que finalmente se equivocara. Pero me tomo...
¡Ay! A cuantos nos enganchó el blog de Sento. En su Lucero junto a sus compañeros estará, junto a los mejores. Un abrazo, Guso
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