El Cascarrabias

En la vida civil no digo tacos, soy muy amable, mantengo la ética y el estilo hasta límites rayanos con la estupidez. Es el momento en que necesito desfogarme. Así, nace el gran cascarrabias. El gran cascarrabias o de como la vida moderna nos hace decir tonterias. Estas son las mias, dichas para mi mismo. Si te gustan, de acuerdo. Si no, pues tambien. Y si me insultas, tu más. Hago mia la frase de W.C. Fields: "Dicen que soy xenófobo. Se equivocan: odio por igual a todo el mundo"

martes, 27 de enero de 2009

El pañuelito



Mandan cojones, con los chavalines y chavalinas de hoy.

Inundados por la mierda putrefacta que la ventana catódica les vomita en las meninges, los que no pasan de todo, apoyan las causas más peregrinas.

Hoy, cuatro niñitas bien han venido con un moquero palestino en el cuello a verme. Cuatro exalumnas, suele ser atípico que visiten alumnos que ya no lo son a antiguos profesores, pero, por alguna extraña razón, no es mi caso. A veces vienen a preguntarme cosas de la carrera, aunque ya no sea su profesor. Será que me ven inofensivo.

Como me daba que no tenían pastelera idea de lo que significaba, me ha dado por contárselo. Y de paso, el favor tan grande que Israel nos hace defendiéndose y defendiéndonos sin complejos.

Que llevar eso es lo mismo que llevar el pasamontañas etarra, que es un trapo que no utilizaría ni para fregar el WC.

Que llevan sangre inocente en el cuello.

Les pregunté si les gustaría que unos agilipollados con ese pañuelo pusieran más bombas como las del 11-M para reivindicar Al-Andalus.

Les pregunté si gozarían de su libertad como mujeres más entre los árabes o paseando por Tel Aviv, con masacres causadas por los palestinos incluidas.

Hasta les pregunté si llevarían una insignia de las SS, que compartía el mismo amor por el pueblo judio, que los torturadores que exhiben ese trapo.

Solo una lo llevaba por algo más que simple moda. Su novio la había convencido.

A mi me da que ese va a pasar frío las próximas noches.

Los cuatro pañuelos los encontré, cuando me fui a casa, en la papelera que hace esquina en la facultad.

Y al llegar a casa, tenia el correo de una de ellas que ¡ah!, si no fuera por el anonimato, pondría aquí.

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