Una visita a LIDL
Hacía mucho que no entraba en un LIDL, unos supermercados con un sistema de distribución un tanto peculiar, con muchas referencias de productos menos que su competencia.
Como toco en mis clases el tema de la distribución comercial, esta tarde al pasar delante de uno me he dicho "que narices, vamos pa´dentro".
Una vuelta bastaba para confirmar que todo sigue igual que la última vez. Pero esta vez... iba con mi hijo.
El nano se ha empeñado en que queria un libro de rimas. Un libro mal encuadernado, mal traducido (no le he visto las rimas por ningun lado), mal coloreado, mal colocado, mal parido, en suma. Pero es mi debilidad, no puedo negarle un libro a un niño, menos si es mi hijo mayor.
En fin, vamos a pagar este petardo. Dos euros no es casi nada, pero para pagar esto, casi parece demasiado. En fin, resignación.
Y¡Zas!... justo cuando estaba en la cola, tres alemanas se me colocan delante. Mi natural educación offline me ha impedido cantarle las cuarenta (o las cuarentoffen) a ese culo enorme que se ha colocado entre la caja y nosotros. Un culo que más que dos pi, es tres pi, excede de la geometria convencional. Tres pi culo pastoso, porque hay que ver como se meneaban los semicirculos que lo componian. La mierda que seguro llevaba pegada en el ojete debia estar mareada.
Esto, me lleva al convencimiento una vez más de que no soy racista. Me he cagado igual en esas teutonas que lo hubiera hecho en unas magrebies o en unas rumanas. E incluso en alguna nacional de esas que huele a sobaquina y baja de la fragoneta con el único interes de quitarte el sitio en la cola.
Etiquetas: gilipollas, mi casa: que pasa, universidad
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