El Cascarrabias

En la vida civil no digo tacos, soy muy amable, mantengo la ética y el estilo hasta límites rayanos con la estupidez. Es el momento en que necesito desfogarme. Así, nace el gran cascarrabias. El gran cascarrabias o de como la vida moderna nos hace decir tonterias. Estas son las mias, dichas para mi mismo. Si te gustan, de acuerdo. Si no, pues tambien. Y si me insultas, tu más. Hago mia la frase de W.C. Fields: "Dicen que soy xenófobo. Se equivocan: odio por igual a todo el mundo"

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Carta del ayer


Reconozco que cuando tengo un día raro, malo, necesito alejar de mi lo que los horteras pasados por Joyibud llamarían los malos espíritus. Cuando era más joven y bestia, unas cervezas y partirme la cara con algún desgraciado que me llevara la contraria funcionaba bastante bien. Ahora, con años y sosiego encima (se supone al menos) lo que me funciona es comprar libros.

Recorro rastrones de drogatas y otros sitios llenos de mierda y ácaros, pasando una buena tarde comprando, que me despeja, y de paso preparando días de relax generando una montaña que amenaza con sepultarme, pues crece más deprisa de lo que logro mermarla yo leyendo y archivando lo comprado.

Uno de esos días, tuve un encuentro peculiar. A veces, uno encuentra cosas dentro de los ejemplares, notas manuscritas con las que se puede estar o no de acuerdo, calendarios, billetes de autobús y tren de hace años, tarjetas de visita, flores, o cartas.

Cartas íntimas u oficiales. A un ministerio o a la novia. Pero ese día... ese día la carta era muy singular.

La carta iba dirigida a mi. Vamos, no porque el anterior propietario del libro me conociera, sino porque iba destinada al siguiente lector del libro. Imagino que al escribirla, el autor tendría la intención de que fueran sus hijos los que dieran con ella y llevarse una sorpresa al ver como su viejo les hablaba desde la otra orilla del lago Estigia, pero lo que debió pasar es que los niños pasaron un huevo del ejemplar, que crió polvo y ángeles de plata en los anaqueles de su biblioteca, hasta que algún nieto zumbón y algo cabrón debió decidir deshacerse de los trastos del abuelito.

Escrita en los últimos años 40, la carta, escrita de forma impersonal, “al siguiente lector de este volumen”, hablaba de cómo había interpretado él lo que leía, a la luz de los acontecimientos que ese año sucedieron.

¿Interesante?. A mi me lo pareció. Dejo aquí la historia... puede que algún día vuelva sobre ella, sobre el libro que la envolvía... y sobre mi propia interpretación del libro a la luz de los acontecimientos que se sucedían de forma inmisericorde cuando yo lo leí.

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2 comentarios:

A las 22 de septiembre de 2010, 14:17 , Blogger Montse ha dicho...

¿Qué libro era? ¿Te ha gustado a ti tanto como a su antiguo dueño?

 
A las 24 de septiembre de 2010, 15:31 , Blogger El Cascarrabias ha dicho...

Querida rubia, sobre el libro hablaré. Y si, me gustó. Mucho.

 

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