Publicidad
Me fascina la publicidad. Me chifla. Y un querido amigo al que le chifla por su parte el Absolut me hizo interesarme hace tiempo por la publicidad de esta marca. Hay veces en que resulta gratificante, en medio de tanta mediocridad creadora, encontrarse con uno de sus posters, muy lejos de la vecina que lava más blanco o del niño capullo que encuentra su felicidad con un pedazo de plástico que vale media nómina mensual de su padre.
Es cierto que la publicidad es un mascarón de proa de esta sociedad de consumo que nos acogota, nos hace olvidar nuestros principales valores, nos transforma de algo glorioso, ciudadanos, en algo cutre, consumidores. Pero cuando la publicidad está bien hecha, por si sola es un arte. Algo con lo que gozar, algo que trasciende lo material y llega a lo espiritual. Y que mejor que una bebida espirituosa para tocar ese techo.
Tanto es así que a veces son empleados, ellos o su filosofía, con otros fines. Por grupos poderosos o marginales, por causas dignas o por mamarrachos que se creen con la verdad del orbe universo en su bolsillo trasero del vaquero, justo al lado de su movil con politonos y sus preservativos caducados que transportan de cartera en cartera, año tras año, con la vana esperanza de perder la virginidad de una manera gloriosa. Inocentes.
Es, en si, más allá de la marca, más allá de ese icono moderno en que ha devenido su botella, la propia publicidad de Absolut la que ha marcado un antes y un despues. Un momento de inflexión en la creatividad publicitaria.
Pero ha llegado la competencia, amigos, y de la mano de la siempre poderosa Coca Cola. La nueva imagen de la marca, basada en la botella, creo que no podrá ser superada en años, que inundará catódicamente nuestras vidas y que nos hará adorar a este nuevo becerro de cristal.
Aqui dejo la primicia:
Etiquetas: amigos, publicidad
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