Colegios católicos ¿seguro?
Uno, en su cándida inocencia, tiende a creer que el pan es pan, y el vino es vino.
Por eso, llevo a mis hijos a un colegio católico, para que se desasnen y de paso, se metan en el macuto unos cuantos valores que les van a hacer ser mejores que el membrillo que tienen como padre.
Vale. Siempre he sido un crédulo. Empezamos el año pasado, cuando mamases con velo y casi burka exigieron que sus hijos no comieran cerdo. Hacen bien, la homofágia trae malas consecuencias.
Este año, me encuentro con esto de arriba en la intranet de los padres. Hay que joderse, pero hay que joderse con un martillo pilón ¿quien es el monitor del cursillo? ¿el superior de la comunidad o el asesor espiritual?
¿Es una campaña de desmoralización o de moricización?.
Al final, esas mamases que clamaban pidiendo eduación para la ciudadanía para sus hijos, van a ser unas moderadas al lado de los que organizan estas gilipolleces.
Etiquetas: gilipollas, mi casa: que pasa
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