Libertad de expresión
Con un campus como el de mi universidad, lleno de verde, arbolitos y banquitos, además de la vida bucólica y pastoril de algunos alumnos que más que descansar parece que pasten, el retozar y más que retozar de alumnas y alumnos (y alumnos y alumnos, y alumnas y alumnas, que tambien se dan casos), las siestas a mediodía y algún despistado que estudia y todo tumbado en el verde (no dire follaje para no alterar conciencias), se ve tambien algún guarro.
Oiga, no insulte. ¡Que no insulto!... solo defino... porque vamos a ver.. un tipo que se jala medio bocata y despues riega el suelo que otros compañeros suyos hollarán, con el resto de la cerveza de la lata, los mendrugos de pan sobrante y la mezcla... creo que responde a ese criterio.
Pues bueno, resulta que me vi ayer a uno de ese especimen, con la pinta de no conocer lo que es una ducha y menos una pastilla de jabón, con una ropa que debía ser la que llevaba el abuelito de ZP cuando lo enterraron despues de fusilarlo, en plena actitud guarrindonga: restregando la mezcla de su bocata en una pobre, inocente e indefensa palmera.
Y le reprendí.
¡Y me dijo que era un fascista que no respetaba la libertad de expresión!
No tuve tiempo de más... porque se largó dejandome ojiplático y madurando la idea de que esto de la libertad de expresión empezaba a alcanzar matices que se me escapaban.
Que viejo me estoy haciendo. Ya no comprendo nada. No entiendo ni siquiera a los gilipollas.
Etiquetas: gilipollas, universidad
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